miércoles, 3 de febrero de 2016

Secuestran a tres indigentes en A Coruña para quedarse con su pensión

Durante los largos años que he estado viviendo en la calle creía que había visto de todo, y oído de todo pero esto ya es el colmo si por si no fuese poco que a los indigentes, se les insulte, humille, se les peguen palizas de muerte solo por el echo de estar durmiendo en algún banco o soportal para guarecerse de las bajas temperaturas y lo que es todavía peor quemarles vivos cuando están durmiendo en los cajeros automáticos, pero lo de hoy me a dejado helado, ahora resulta que el ser indigente es rentable para cuatro desgraciados, por no llamarles algo mucho peor. Pues bien ahora en este inframundo de la indigencia, cuatro listos a los que si me los dejasen estar con ellos a solas en una habitación, les enseñaría lo que se sufre y lo que se pasa cuando vives en la calle, pero es que llegar a secuestrar a una persona para robarle, los 375€ de mierda que se cobre por el remi( RENTA MÍNIMA DE Integración) ya es de ser unos seres miserables y rastreros. Pues bien a esto se dedicaban estos malnacidos a secuestrar a indigentes para robarles sus pobres y miseras pensiones, reteniendoles como si se tratase de bestias a punta de pistola hasta que los indigentes no les hacían entrega del dinero, he conocido chulos que les quitan el dinero a sus parejas pero utilizando otro tipo de cohación este tipo de secuestro podríamos llamarlo así es que a la victima el chulo le quita tanto su documentación (DNI o PASAPORTE) y también le hace que le de su cartilla bancaria con el numero secreto para seg´n el chulo de turno la victima no la pierda o se la roben Los raptores tenían cautivos a estos hombres de avanzada edad en el asentamiento de la antigua Conservera Celta para cobrar todos los meses sus pensiones o sus rentas sociales ALBERTO MAHÍAa coruña / la voz, 07 de febrero de 2015. Actualizado a las 12:14 h.
Esta barbaridad se destapó por un error de bulto del secuestrador. Por cometer la torpeza de acudir con su cautivo a la Cruz Roja a pedir un papel poniéndole en bandeja al prisionero la posibilidad de contarle a una voluntaria lo que le estaban haciendo. Así fue como recuperó su libertad un hombre de avanzada edad, unos veinte días después de haberla perdido. Todo ese tiempo estuvo metido en una chabola a orillas de la ría de O Burgo, en A Coruña. En el último poblado chabolista que resiste en la ciudad. Al principio, estaba ahí de buena voluntad, echando una mano a su presunto secuestrador en la recopilación de leña y otros quehaceres propios de la vida entre chamizos. Lo hacía a cambio de casi nada, de un plato y un camastro. Pero luego ya no. Con los días se quiso ir, pero ya no pudo. No lo dejaron. Porque lo que quería el raptor era quedarse todos los meses con su pobre pensión, que apenas supera los 300 euros. Para ello era necesario tenerlo en casa, sin dejarlo salir. El tiempo que hiciera falta o hasta que se cansaran. La liberación se produjo hace unos días, cuando secuestrador y secuestrado acudieron juntos a la Cruz Roja. Como la intención del detenido era cobrar la renta social del hombre y este necesitaba un papel que solo se lo podían dar en la Cruz Roja, lo cogió del brazo y allí se lo llevó, para solicitar el documento. De camino, el presunto secuestrador le exigió que no abriera la boca, que se limitara a pedir el papel, que lo cogiera, y punto. Pero el hombre no le hizo caso. Al verse en la institución que lo había cuidado tanto tiempo y tener delante a la persona que tanto se preocupó de él, le echó valor y lo contó. En la Cruz Roja lo echaban de menos. Los voluntarios se preguntaban qué sería de ese usuario, que de un día para otro desapareció, cuando era un hombre que jamás faltaba, que siempre acudía puntual a las instalaciones para recibir ayuda. Así que cuando la voluntaria lo vio aparecer por la puerta corrió hacia él preocupada para preguntarle qué le había pasado. Como el hombre tenía al lado a su captor, calló. No dijo ni mu hasta que la responsable de Cruz Roja le pidió que pasara al despacho, según aparece en la denuncia policial. Quiso entrar el presunto secuestrador, pero le dijeron que esperara fuera. Así que el hombre entró solo y nada más sentarse relató su infierno. Contó que conoció a su captor en la calle y que lo había convencido para que fuera a vivir con él al poblado de la Conservera Celta. Lo engatusaron con un plato de comida en la mesa y una cama en la que dormir. A cambio, solo tenía que ayudarle a recopilar madera, a limpiar o con cualquier chapuza. Nada pasó en los primeros días. Pero de pronto, según el relato del indigente ante la policía, la actitud hacia él del secuestrador cambió. Ya no eran buenas palabras. Eran gritos. Y cuando le dijo que de continuar como un esclavo cogería sus cosas y regresaría a la Cruz Roja, fue cuando lo encerraron. Al escuchar aquello, según describe la policía en el atestado, la responsable de Cruz Roja llamó de inmediato al 091 para denunciar lo que le acababan de contar. Allá fue un coche patrulla para entrevistarse con el hombre. Cuando llegaron los policías, el presunto raptor ya no estaba. al parecer, cuando no lo dejaron entrar en la oficina con su custodio, huyó del lugar temiendo que iba a hablar. Pistola Una vez que los investigadores escucharon todo por lo que había pasado el indigente, procedieron a la detención del secuestrador. Lo encontraron en su chabola de la Conservera Celta. «Cuando nos vio se puso pálido», desvelan fuentes policiales. Allí mismo negó haber tenido secuestrado a indigente alguno, que el hombre que había compartido chamizo con él no era más que un conocido al que dio cobijo sin nada a cambio. La policía entró en la chabola, la registró y, por si fuera poca carga la de ser llevado a comisaría como secuestrador, también hallaron una pistola. Cuando los agentes se encontraban inspeccionando la zona, algo les llamó la atención en dos chabolas próximas. Se acercaron y se encontraron con la sorpresa de que había otros dos hombres cautivos. También indigentes. El detenido fue puesto a disposición judicial y, pese a la postura del fiscal, que exigió su encarcelación, el juez lo dejó libre con cargos de detención ilegal, robo y tenencia ilícita de armas. BUBÚ

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