sábado, 6 de febrero de 2016

Entrevista a MERCEDES PORTERO Directora del Centro de acogida "San Isidro" (Madrid)

Hace cosa de dos años en concreto el 1 de Abril 2014, ingrese en el albergue de Sana Isidro, la sensación que tuve al entrar era como si estuviese entrando en un centro penitenciario, vigilantes de seguridad armados con defensa (vulgarmente conocidas como porras), arcos de seguridad, por los cuales tenias que pasar cada vez que entrabas al centro cuando volvías de la calle para comprobar si llevabas algún tipo de objeto metálico ( con el tiempo los vigilantes de seguridad ya pasaban de mi y no me hacían pasar por el dichoso arco de seguridad). Pero para empezar os diré que cuando llegamos albergue procedente del albergue de la campaña de frío, el registro que se nos hizo de nuestras pertenencias fue un verdadero desastre, ya que mucho registrar pero yo conseguí introducir y tener durante los tres meses que aguante en aquel manicomio media botella de ron NEGRITA que guardaba en una mochila dentro de mi taquilla. Aquello es lo mas parecido aun psiquiátrico, las patologías que puedes encontrar allí son de todo tipo, tanto físicas como psíquicas, lo bueno era a la hora del desayuno que nos lo daban a las 9 de la mañana resultaba que cuando llegabas y te ponías en la fila, a la hora en que se empezaba a dar el desayuno si estabas el numero 10 por poner un ejemplo, de la nada aparecían diez o quince usuarios (los caraduras de turno, ya que estos tiparraj@s compraban el sitio a cambio de que les guardasen el sitio te daban un cigarro o te invitaban a un café, pero es que ahí no termina la cosa por que cuando salias de haber desayunado estos diez o quince caraduras se cogían una silla y se ponían a guardarse el sitio para la hora de la comida y así en la hora de la comida, merienda y cena, lo gracioso era que si se producía algún tipo de pelea aparecían los auxiliares y los diez o quince primeros pasaban a ser los auxiliares y los ponían al final de la fila, lo gracioso de este sistema que era archiconocido por los auxiliares del centro les daba lo mismo que si por casualidad tú habías conseguido estar entre los diez o quince primero (cosa rara), también pagabas los platos sucios y te tocaba entrar de los últimos, lo mismo ocurría cuando tenias que ir a entregar la ropa en la lavandería, enfermería o a recoger los productos de higiene personal, siempre aparecían los mismos y siempre eran los mismos los que aparecían de la nada diciendo que habían ido hacer cosas, como tenían a sus machacas a los cuales como ya he dicho antes los tenían comprados juraban y perjuraban que era verdad y que estaban delante de ti. Y no hablemos del trafico que había sobre ciertos fármacos, sobre todo el TRANQUIMAZIN, el comprimido venia costando unos 0,50 céntimos de €, pero si quería una caja se te podía vender se podían comprar entre 12 o 15 € la caja, este trapicheo lo llevaba una residente que entro conmigo procedente de la campaña del frió llamada Marianella, es drogadicta entre otras cosas y que según sus propias palabras su hijo la echo de su casa por drogadicta por que se gastaba el dinero que ganaba por entonces su legitimo marido y padre del chaval en irse algún poblado a ponerse hasta las trancaras de heroina, en vez de ir a comprar comida y cosas para la casa (menuda madre)
albergue de San Isidro, algunos usuarios haciendo tiempo en el patio para que llegue la hora de la comida Mercedes Portero, 39 años, es la directora del centro de acogida "San Isidro", único albergue municipal de Madrid y uno de los mayores de España. Cuenta con 269 camas, 186 para hombres y 83 para mujeres. En él trabajan 66 funcionarios, cinco de ellos trabajadores sociales, y ocho monjas de la congregación "Hijas de la Caridad". Destaca el entusiasmo y optimismo con que habla de su labor. - ¿Cuál es el objetivo del albergue? - Hacer de puente entre la calle y la inserción. -¿Hay estadísticas de cuánta gente se reinserta? - No, aunque está previsto hacer un seguimiento de las personas que salen para poder contabilizar nuestros éxitos. Hay una visión negativa generalizada de que aquí no se consigue nada de nada. Pero es falsa. Hay gente mejora mucho su situación, que se va a pisos tutelados, por ejemplo. - ¿Qué tipo de gente acude? - Su característica fundamental es el desarraigo personal y social de la pobreza. Casi siempre presentan patologías añadidas como enfermedades mentales, alcoholismo, drogadicción..., que a veces son causa y a veces consecuencia de su situación. Pero este centro es polivalente, y no sólo atendemos a estas personas, sino también a aquellas que, sin ese desarraigo, se encuentran una situación puntual de emergencia y se quedan sin alojamiento. Estos están temporalmente y se marchan. - ¿Sería mejor separarlos? - No tenemos opción. No hay más albergues municipales en Madrid y cualquier situación sin hogar viene aquí. Es cierto que hay otros centros privados, pero cada uno tiene su propio perfil de usuario. El de más baja exigencia es el nuestro. Nos llegan con un deterioro total. Vienen de la calle. - ¿El trabajo es el final del proceso? - Una persona llega aquí con un nivel de hábitos de trabajo, autoestima, relación... muy bajo, que casi nadie tiene. Se va superando por fases, por escalones. Muchas veces, por la inserción laboral. En los que presentan capacidad suficiente, se les apoya en la búsqueda de empleo y formación. Pero no aquí. Se les envía a otros recursos generales. - ¿Los acogidos cuentan con algún salario? - Uno de nuestros objetivos es garantizarles unos recursos mínimos, como la pensión no contributiva o un salario social para contar con unos ingresos mínimos para gastos personales, porque lo básico está cubierto. - ¿Quiénes cobran este dinero? La no pensión contributiva la cobran los menores de 65 años con invalidez mayor del 65 por ciento, y los mayores de 65 años sin ingresos. El ingreso madrileño de integración (imi) es para personas que no tienen recursos económicos. Son 40.240 pesetas cada uno de ellos. - ¿Cuál es la causa de la indigencia? - No es sólo un problema individual y personal. Es un problema estructural. El propio sistema capitalista genera pobreza. Eso lo han estudiado todos los economistas. Por supuesto, que los poderes públicos tienen la responsabilidad de atenderlas. Y en eso están. En prevenir y en tratar. - En las calles se ven muchos mendigos. ¿Están los servicios de atención desbordados? - Creo que no tanto como se dice. - ¿Serían necesarios más albergues? - No creo que lo mejor sea crear nuevos albergues como este, sino lugares más alternativos, no tan grandes, y específicos para cada problemática: centros de baja exigencia y centros de salida de esta situación, como pisos tutelados. En Madrid están en ello. En cualquier caso, ahora mismo, es insuficiente, está claro. También serían necesarios más recursos públicos, porque la mayoría de centros son privados, religiosos, y se pueden complementar. - ¿Cómo puede encarar el ciudadano de a pie este problema? - Se ha mitificado, por ignorancia, que hay que ayudar al indigente con una caridad mal entendida. Nos dan lástima. Y eso no es. O bien se les culpabiliza: "algo habrá hecho", "es que es un borracho". Y las cosas son mucho más complejas. Estas personas van perdiendo las redes sociales de apoyo, los vínculos familiares, laborales... Suele darse además en personas vulnerables, de familia desestructurada. La gente de a pie, debe concienciarse de esto. Puede informarles de que hay centros donde los atienden. - Dentro del albergue, ¿son muy estrictas las normas? - Es lógico que tenga que haber unas normas de convivencia mínimas, como los horarios. Son necesarios para conseguir la paz. Y más en personas que tienen dificultades de adaptarse a normas. Eso es algo que nos toca trabajarlo. - ¿Hay sanciones? - Sí, pero siempre son temporales. La expulsión es por un incumplimiento de normas básicas. Por ejemplo, fumar en un dormitorio, que es muy peligroso porque hay un riesgo de incendio. No hay que ser rígido, sino mantener la convivencia. - ¿Se producen robos? - Claro que se dan. Como en cualquier grupo humano. En el vestuario del gimnasio al que yo voy también hay robos. Donde hay una colectividad tan importante, se van a dar. Y más con una carencia de propiedad tan grande. - ¿Se consumen o venden drogas? - Aquí no registramos a la gente cuando entra. Sería algo policial. Las personas pueden traer lo que quieran. No se permite consumir sustancias tóxicas ni traficar con ellas. Pero a nadie se le vigila, como a nadie se le vigila en la calle. - La profesión de trabajador social debe ser muy vocacional. - Llevo bastantes años en esto y todavía no estoy quemada. Aunque todo el que trabaja con problemas sociales (trabajadores sociales, psicólogos, psiquiatras,...) sufre cierto desgaste. Pero hay mecanismos para controlarlo, como la formación. - ¿Qué es lo más ingrato de su trabajo? - Ver a personas que están sufriendo. Son personas que tienen muchos problemas, sufrientes, con muchísimas carencias. - ¿Y lo más agradecido? Poder ayudar, ser un elemento en su vida. Tenemos capacidad y medios para ello. Publicado por Américo Virus en 14:47 Etiquetas: 00 REPORTAJES / FEATURES, 17. Albergue de indigentes de Madrid. REPORTAJE/ FEATURE

No hay comentarios:

Publicar un comentario